¿Quién es el Jefe? La pregunta que consume la calma del peronismo

La leyenda que acompaña a Fidel Castro desde hace medio siglo dice que, en cada encuentro con grupos de personas, el comandante pregunta a boca de jarro. ¿Quién es el jefe? Verticalista full time, Fidel se asegura así quién es el principal destinatario de sus palabras. Y debe ser cierto nomás porque esa es la pregunta que le hizo a los periodistas del diario Clarín que lo entrevistaron hace doce años en su último viaje a Buenos Aires.


Saber quién es el jefe también es la premisa básica en la historia vertical del peronismo. Mientras estuvo con vida su fundador, Juan Domingo Perón, siempre estuvo claro quién era el jefe. Y cuando algún distraido pretendió no darse cuenta el mismo general se encargó de hacérselo saber brutalmente. Como le pasó a Héctor J Cámpora, a quien desalojó de la Casa Rosada 49 días después de ser elegido presidente como si fuera un mayordomo ineficaz relevado de su cargo.


Jefes del peronismo fueron Carlos Menem y Néstor Kirchner, quién debió dirimir la pulseada con Eduardo Duhalde mediante una elección legislativa en 2005 en la que su esposa venció a Chiche, la esposa del hoy olvidado hombre de Lomas de Zamora. Y a Néstor le siguió Cristina como jefa del movimiento, quien ahora pretende que su reinado se extienda pero que tendrá un formidable contrincante en Daniel Scioli si el candidato del Frente para la Victoria se convierte en el próximo presidente.

Las apuestas están abiertas. Si el peronismo pierde las elecciones presidenciales ninguno de los dos tendrá chances de conducir al peronismo en la oscuridad del llano. Pero si el peronismo triunfa ya se sabe que las fórmulas químicas "Cámpora al Gobierno, Perón al poder" nunca dieron resultados. La sociedad asiste curiosa a las escaramuzas previas del combate de fondo. Para el ultrakirchnerismo no hay dudas. Nunca las hubo. Estela de Carlotto ha dicho que Scioli es "un presidente de transición" y Alicia Kirchner advierte que Cristina será "una asesora permanente". Pero los sciolistas también empiezan a mostrar los dientes. Quien más claro lo expresó fue el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quizá el aliado más sólido del candidato. "Cuando Scioli gobierne el país, va a conducir el peronismo", apostó. En otra sintonía, un sciolista del tiempo suplementario como el titular del Anses, Diego Bossio, le apuntó directamente a la doctrina Carlotto. "Decir que Scioli será un presidente de transición es una irresponsabilidad". Quien quiera oír que oiga.

Anécdota reciente 1. Un día antes de que se anunciara la fórmula presidencial Daniel Scioli-Carlos Zannini, el gobernador bonaerense fue a ver a la Presidenta a la Quinta de Olivos. Llevaba tres nombres escritos en un papel. El de tres gobernadores: primero el de Urtubey; segundo el del sanjuanino José Luis Gioja; y sobre el tercero las fuentes disienten. Pero son varios los que creen que se trataba del entrerriano Sergio Urribarri. "No Daniel, tu candidato a vice va a ser Carlos Zannini...", fue la cortante respuesta de Cristina. Si debiéramos remitirnos a esa sola anécdota, la conclusión sería transparente. Allí la jefa es Cristina.

Anécdota reciente 2. Esta semana, el presidente campeón del Racing Club de Avellaneda, el empresario Víctor Blanco, se preparaba para darle batalla a Marcelo Tinelli por la presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino. Un rato antes de hacer pública su candidatura, lo llamó una persona de la confianza más absoluta del candidato. "Víctor..., Daniel te pide que bajes tu candidatura porque va a apoyar a Tinelli para que sea presidente de la AFA". Claro que Blanco bajó su candidatura y le despejó el camino al número uno del rating televisivo nacional. Si nos atenemos a anécdotas como ésta del fútbol, está claro que Scioli aspira con celeridad a ser el jefe del peronismo.

Algo está claro dentro de la incertidumbre que envuelve hoy al peronismo. Si Scioli se convierte en el presidente el 10 de diciembre próximo, tendrá que dedicarle la energía de los primeros tiempos de su mandato a dejar en claro quién es el jefe. Dicen quienes lo conocen que el hombre ya piensa en quedarse en la Casa Rosada durante dos mandatos. Es decir, sueña incluso con la reelección. El dólar, la inflación, las tarifas y la negociación de la deuda serán parte de la guerra por la sucesión. La propia Presidenta y sus aliados le han hecho saber por anticipado que pretenden extender las medallas del liderazgo cristinista más allá de 2016 con la fantasía poco sorprendente de que haya vida política en el lejanísimo 2019.
Dice un proverbio africano que cuando dos elefantes se pelean, el que más sufre es el pasto. No es difícil adivinar quienes nos convertiremos en el pasto de esta nueva batalla del peronismo si todas estas especulaciones se convierten pronto en parte de la escabrosa realidad criolla.

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