Recuperar la economía requiere más que palabras

La Argentina atraviesa un período recesivo que afecta el tejido social y desnuda las falencias de su política económica, más allá de la caída del precio de la soja, la pulseada con los fondos buitre por la deuda, o la motivación del paro que se realizó ayer.

Pero a la hora de enfrentar el problema, el Gobierno prefiere enfrascarse en el debate, ya se trate de mensurar la efectividad de la huelga, de las mediciones de inflación o del proceso de formación de precios; como de un nuevo canje de deuda o la autenticidad de la cotización del dólar blue, aunque los arbolitos la anuncien en cada esquina de la city porteña.

Sin embargo, las palabras de los funcionarios no pueden ocultar la dura realidad que el propio Indec refleja en sus números, siempre más benévolos que los privados.

La espiral inflacionaria en la que el país se encuentra envuelto, horadó el mecanismo interno sobre el que se montó la gestión kirchnerista. El consumo se retrajo y forzó a un parate del sector productivo, con consecuencias duras para el mercado laboral. En la medida que suben los precios y aumenta la presión impositiva, se erosiona el poder adquisitivo y caen las ventas, así baja la producción y se pierden puestos de trabajo. La inversión no llega, los créditos se frenan y el dólar vuela.

Aunque el discurso diga lo contrario.

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