Cristina usa a Griesa como coartada política

Las sentencias son obligatorias. Crsitina Fernández de Kirchner aprendió esta clave del sistema judicial durante sus años de estudiante en la Facultad de Derecho. Poco importa si la decisión procesal se dictó en New York o Buenos Aires, su cumplimiento no es una opción de la parte que perdió en los tribunales.

El fallo del juez Thomas Griesa es obligatorio y su naturaleza jurídica no activa la cláusula RUFO, que sólo se aplica si voluntariamente Argentina mejora la oferta a los fondos buitres. Griesa dictó una acto imperativo que somete la voluntad del país y bloquea la cláusula RUFO y sus consecuencias económicas y financieras.

Este preciso concepto procesal es utilizado como una falacia por CFK para fugar hacia adelante y mimetizar una compleja agenda institucional que desborda la capacidad política de su gobierno. Griesa y RUFO son la coartada que eligió Cristina para atenuar los costos de la crisis económica, la situación judicial de Amado Boudou, el escándalo de la Efedrina, el caso Campagnoli, la causa Báez y la guerra palaciega que enfrenta a sus principales miembros del Gabinete.

CFK puede hacer un depósito judicial, invocando la sentencia de Griesa, para lograr un acercamiento a los buitres y evitar el default. Con ese depósito, los buitres piden el stay a Griesa, que no dudará un segundo en otorgarlo. El juez protege los intereses de los buitres y el stay va en esa misma línea judicial.

Pero si Cristina hace el depósito su discurso nacional y popular quedará desnudo, frente a una tribuna que compra la campaña K y resiste una mirada crítica sobre la decisión política de forzar una ruptura contractual con los buitres. El default nos lleva al fondo del mar, aunque los medios oficiales y paraoficiales sostengan lo contrario.

La economía se achicará, la inversión será una promesa de campaña, el salario una broma de mal gusto y la devaluación una bestia agazapada que finalmente saltará sobre todos nosotros. Otra lectura del futuro, es proponer una épica que sólo tendrá vencedores vencidos.

Fernández de Kirchner y el dictador Leopoldo Galtieri no se parecen. Pero su método de análisis es similar. Frente a la crisis, fugan hacia adelante sin medir las consecuencias institucionales. En la soledad del despacho, planean batallas que sólo pertenecen a su imaginación y sus deseos personales.

A Galtieri no se le podía pedir conciencia política, ya que era un asesino inculto que llegó al poder por la fuerza. En cambio, a Cristina, se le puede exigir que revise su pensamiento y sus acciones. Fue elegida por una inmensa mayoría democrática y sufrió la dictadura.

CFK debería aprovechar los recuerdos oscuros de la Primera Guerra Mundial para revertir sus intenciones políticas. Hace cien años fracaso la diplomacia y la templanza, y el mundo se sumió en un campo de batalla sin pan ni moral.

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