Cruje el acuerdo de unidad entre los palestinos

En oportunidad de su reciente visita de tres días a la Liga rabe, en Egipto, el presidente palestino Mahmud Abbas aprovechó para lanzar desde allí una serie de duras, pero no necesariamente inesperadas, andanadas contra la dirigencia de Hamas.
Los dardos se justifican porque, pese a lo acordado, Hamas sigue manejando a la Franja de Gaza como si no hubiera celebrado un acuerdo de unidad alguno con Fatah. Pacto en función del cual se creó desde el 2 de junio pasado un gabinete común integrado con tecnócratas nacionalistas e islámicos, que hasta ahora, sin embargo, no ha podido entrar en funciones respecto de la Franja de Gaza. Porque Hamas lo ha impedido, de hecho, manteniendo férreamente el control total sobre ese espacio.
Los dirigentes de Hamas, recordamos, tomaron el control de Gaza en el 2007. Con suma violencia desalojaron a los funcionarios locales que pertenecían a Fatah y los expulsaron de la Franja. Desde entonces administran por las suyas ese territorio. Y son por ende responsables de las constantes agresiones contra Israel realizadas desde su interior, con disparos indiscriminados de misiles de todo tipo. Incluyendo los que acaban de provocar una confrontación dura con Israel, que durara 50 días.
Hamas no ha cumplido con el compromiso de integración de sus milicianos con los de las fuerzas de seguridad de Fatah. La idea, que suponía que las armas estuvieran todas bajo la responsabilidad del gobierno palestino de unidad, lamentablemente no ha sido implementada, pese al tiempo transcurrido. Lo que está claro pone en peligro la paz y seguridad de la región. Y lastima la credibilidad de Hamas.
Los dirigentes de Hamas, seguramente acicateados por lo que han transformado en un presunto triunfo contra Israel, rechazaron con celeridad y de modo contundente las palabras de Abbas. La impresión es que ellos nunca tuvieron una intención real de cumplir con lo acordado lo que suponía centralizar el gobierno palestino en manos de mecanismos unificados. Lo que naturalmente implica hacerlo también con relación a la belicosa Franja de Gaza.
Por todo esto, la realización de las elecciones palestinas presidenciales y legislativas que estaba destinada a conformar democráticamente un gobierno de unidad, prevista para fines de año o comienzos del año próximo, parece estar en peligro.
Las desavenencias entre los palestinos se mantienen, en una historia de desencuentros de nunca acabar. Y el proceso de paz se empantana, lo que es previsiblemente lo que desea lograr Hamas, que nunca hasta ahora ha admitido siquiera la presencia en Medio Oriente del Estado de Israel.
La unidad de los palestinos es un objetivo bien difícil de edificar. Casi imposible, aparentemente. Lo que obviamente no es, para nada, una buena noticia para la paz y seguridad de la región toda. Ni para la propia causa palestina.
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