El otro default

Qué pasaría si no tuviéramos que discutir los resultados de la impericia en el manejo de la deuda? En sus monólogos habituales, cada vez más tediosos, llenos de soberbia y de visiones sesgadas, el Ministro de Economía intenta desviar la atención sobre los temas que preocupan a los argentinos y además dar cátedra sobre una realidad que cada vez le es más esquiva. Por eso, sería bueno que nos demos un tiempo para ver cómo ha sido el desenvolvimiento de nuestra economía desde que Kicillof se incorporó con peso en el gobierno, en diciembre de 2011. En la siguiente tabla mostramos algunos de los indicadores principales que nos permiten evaluar si el Ministro se muestra tan efectivo al momento de manejar la economía como cuando habla.
Desde que Kicillof está en Economía, la producción de petróleo mantuvo su tendencia declinante que ha hecho que durante este gobierno perdamos el autoabastecimiento. Eso se dio junto a un fuerte aumento del precio local de combustibles buscando dar financiamiento a la YPF estatizada. Por otro lado, el sector automotriz, uno de los que mostró un comportamiento virtuoso en los últimos años debido a un conjunto de factores, presentó una fuerte caída que supera al 20%.
Los indicadores de niveles de actividad de la construcción y la industria también se encuentran en valores inferiores a los que se ubicaban a fines de 2011. En este sentido, a junio de 2014 el estimador mensual de evolución de la industria presentó once meses consecutivos de caídas interanuales. Los comportamientos con respecto a la actividad económica muestran su correlato en los diversos indicadores de empleo que ya han tomando un decidido perfil negativo llegando el desempleo abierto en la última medición al 7,5%.
La principal receta esgrimida por el ministro ante cualquier situación ha sido impulsar un aumento de gasto público, que en el mes de junio reciente mostró un crecimiento internual de 56%, sin tener en cuenta las posibilidades de su financiamiento genuino. El resultado primario que en el año 2011 era levemente positivo se ha vuelto negativo desde 2012 y se proyecta para este año un déficit financiero, esto es incluyendo intereses, de alrededor del 3% del PBI. El otro lado de la moneda es la creciente dependencia del gobierno para financiar los gastos por parte del Banco Central. A partir de 2012 y hasta el mes de junio los adelantos transitorios, que de hecho se ha vuelto permanentes, llegan a la friolera de 140 mil millones de pesos. Es importante recordar que esta fuente de financiamiento solo está disponible para el gobierno nacional y resulta hipócrita cuando se critica a las administraciones provinciales si al mismo tiempo sólo se financian crecientes gastos con el uso más intensivo de la maquinita.
Todos los desenvolvimientos mencionados se dieron en un marco de alta y creciente inflación, que apunta al 35% en este año en donde además la escasez de dólares, a pesar de los buenos precios de nuestros productos exportables, se hizo evidente. Los indicadores del sector externo, cuenta corriente (que pasó de valores positivos a un déficit de casi u$s 12 mil millones durante los últimos 12 meses) y balance comercial se deterioraron de forma evidente entre fines de 2011 y la actualidad. Al asumir Kicillof el nivel de reservas se ubicaba en u$s 46 mil millones y la brecha del dólar era del 11%, mientras que en la actualidad ambos valores se ubican en u$s 29 mil millones mientras que la brecha creció hasta el 60%.
Queda claro que la actual situación de nuestra economía se va agravado desde que Kicillof está en el gobierno. Se deben enfrentar los problemas con capacidades técnicas adecuadas dejando de lado la creencia que existen confabulaciones en todos lados y buscando siempre excusas en los otros. La peor confabulación que sufre el gobierno proviene de su mala política económica. Para revertir las evoluciones negativas aquí explicadas se requiere de una tarea de reconstrucción de la confianza para consumir, invertir y ahorrar en nuestra moneda.
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