La maldición del "modelo productivo" e importador dependiente

Al título de modelo productivo de matriz diversificada debería agregársele importador dependiente. No sonaría tan atractivo para el marketing político K (modelo productivo de matriz diversificada e importador dependiente), pero describiría mejor la realidad. Según datos del consultor Miguel Bein, hoy asesor de Daniel Scioli, en 2014 las importaciones de bienes por habitante se ubican en el orden de los u$s 1630. A precios constantes, es un 15% menos que el pico alcanzado en 2011 (u$s 1865 per cápita) y 20% menos si se excluyen las importaciones de combustibles. Si se compara con los niveles de 1998 (u$s 1.100 por habitante), el mejor año de la Convertibilidad, las importaciones a precios constantes muestran un aumento del 48% y 23% excluyendo combustibles.

La dependencia importadora es en parte una tendencia del capitalismo, con empresas multinacionales que desarrollan procesos productivos cada vez más globalizados. Pero en el caso del modelo productivo-importador con inclusión social (tampoco luce muy seductor) se explica esencialmente por dos motivos: por un lado, el peso de las importaciones de combustibles (llegaron a u$s 11.400 millones en 2013), que se dispararon en los últimos años por razones conocidas. Por otro lado, la apuesta a la expansión de dos sectores industriales, como el automotriz y la electrónica de consumo, que mantuvieron intacta su característica de ensambladoras de componentes traídos del exterior. El 70% de cada auto que sale de las terminales locales y el 95% de los productos electrónicos armados en Tierra del Fuego son piezas importadas, así que el año pasado el déficit comercial de estos sectores alcanzó el récord de u$s 9000 millones y u$s 6700 millones, respectivamente.

Es obvio que Cristina no podrá en apenas un año gestión, antes de las próximas elecciones, rediseñar la matriz productiva, algo que no se hizo en 11 años. Por lo tanto, el modelo importador dependiente plantea en el corto plazo un dilema de hierro para la Casa Rosada: o consigue dólares financieros para pagar importaciones que sostengan el nivel de actividad; o convalida un fuerte ajuste de las compras al exterior con una mayor recesión.

La soja debajo de los u$s 350 la tonelada 30% menos que 2 meses atrás le mete más presión a ese dilema, porque indica que el año próximo habrá todavía menos dólares propios para financiar una recuperación económica. Mientras que rifar las reservas costear importaciones con los dólares del Central y dejarle al próximo las arcas vacías ya no es una opción viable. Ese cartucho se gastó en la última elección, al impulsar el consumo en el año 2013 con tasas de interés del 12% un tercio de la inflación para financiar un boom ventas de autos y electrodomésticos con dólares baratos. El resultado fue una caída de u$s 13.000 millones de las reservas. Hoy las reservas del Banco Central están en un piso a proteger para evitar crisis cambiarias como en el pasado y garantizar la gobernabilidad.

Es esta disyuntiva lo que lleva a muchos a suponer que Axel Kicillof buscará a partir de enero la fórmula para arreglar con los Buitres y los holdouts, levantar el bloqueo de Griesa y abrir una ventanilla de dólares para poner en marcha la economía en el último año de la era K. Desde esa perspectiva, los dólares a la gorra que espera juntar Kicillof en estos meses (China, Rusia, Banco Mundial, BID, cerealeras) servirían para tender un puente hasta lograr remover el obstáculo de los Buitres. La ilusión de enero alentada en las cercanías de Scioli y en ámbitos empresarios K se basa en una enigmática frase que suele repetir el ministro de Economía: "necesitamos llegar a enero". Y, también, en la lógica. No son elementos suficientes para anticipar una decisión de la dupla Cristina-Kicillof.

Sin dólares frescos, el círculo vicioso que conecta al dólar, la inflación y la recesión se va cerrando. Y la administración K enfrenta una nueva versión del teorema de la doble imposibilidad: si no devalúa agrava todo el panorama, pero si devalúa tal vez las cosas empeoren más rápido.

Si Kicillof ancla el dólar para contener la inflación y apuesta a los mini planes para recuperar el consumo (PROCREAUTO, 12 CUOTAS, etc) seguirá acumulando atraso cambiario y profundizará la escasez de dólares: habrá menos divisas por la caída de las exportaciones y la restricción importadora, para cuidar las reservas, impulsará la inflación. La ampliación de la brecha con el dólar paralelo, a su vez, exacerba el faltante de divisas, porque los exportadores no liquidan y los importadores se desesperan por acceder a los dólares baratos del Central.

Si, en cambio, opta por subir el tipo de cambio oficial, para cerrar la brecha con el paralelo, la experiencia de enero prueba que la aceleración de la inflación es inmediata, junto con una mayor recesión. Demasiado riesgo para un Gobierno que todavía está pagando el costo de la devaluación anterior.

La salida del laberinto en que se metieron tiene una única salida. Pero no está claro si Cristina y Kicillof seguirán abriendo boquetes ante cada pared que se topan antes de transitarla.

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