La movida de los empresarios

Nadie puede concebir a los empresarios ( perdón por la generalización) como fuerza de choque, como palanca de lanzamientos destituyentes. Los únicos que piensan eso son los militantes enajenados que siguen al gobierno, algunos funcionarios también enceguecidos ante la desesperación que se les termina el juego del poder, y al Jefe de Gabinete Jorge Capitanich que los ha querido insultar o denigrar y sólo ha provocado declaraciones hilarantes.
Tanta movida tiene un origen. Por primera vez en muchos años el reciente Coloquio de IDEA, en Mar del Plata, salió del molde de los buenos modales a los que nos tenía acostumbrados. Buenos modales con el gobierno, que los viene castigando con los cepos, el dólar, las presiones de todo tipo, con la Ley de Abastecimiento, desde hace años. De pronto, en este 2014, se dijeron más cosas de lo que la diplomacia sugiere. Se dijo, por ejemplo, que estamos en el final de un ciclo que es como prometer que toda la mala suerte se irá y pronto.
Pero no todas las aguas estuvieron tranquilas en el Coloquio. Hubo quienes sintieron un ataque febril de politización en los discursos y ponencias y protestaron contra una supuesta rebelión contra la actual estrategia económica oficial y pretendieron bajar los decibeles. Fue el caso de la división de interpretaciones entre el presidente de IDEA Miguel Blanco y la Responsable del Coloquio. Blanco incluyó entre las características del presente el hiperpresidencialismo y de aplicar la política del amigo-enemigo. Es eso ya tan conocido : los empresarios amigos del poder ganan todas las licitaciones y de pequeños emprendimientos en el 2003 se han vuelto millonarios. Se podrá argumentar que Iselda Costantini, responsable de General Motors, y los que bregaron por su posición moderada siguen necesitando los favores del Estado para que las piezas de importación entren al país y lo peor que podrían hacer es pegarles duro a los funcionarios encargados de la entrada de mercaderías.
Muchos de los que forman estas lides creen que el empresariado ganó mucho dinero en estos últimos años y que la actual realidad no es de deterioro destructivo. Más allá de todo, el clima del Coloquio fue, sin duda, de crítica frontal.
Dio la impresión que los empresarios se pusieron los pantalones. Tantas veces acusados de timoratos, de no llegar a configurar una burguesía nacional dispuesta a defender sus derechos, como ocurre con el empresariado de Chile, o de Brasil o de Uruguay, este año proclamaron verdades. Dilma Roussef, pese a que triunfó en la contienda electoral no es querida por el empresariado, que se lo dice en la cara. Sus políticas no conforman a los dueños de poder económico y exigen modificaciones drásticas de ahora en mas. El gran país tiene una crisis estructural compleja de revertir en el corto plazo. Dilma corre riesgos. No tendrá el poder de Lula y la oposición le pisa los talones.
En la Argentina, ahora y desde hace tiempo, las condiciones hacen inviables el trabajo productivo. El castigo les llega a las grandes y a las pequeñas empresas. Y todo empeora con la pésima relación del país con el mundo, en donde estamos perdiendo mercados cuya recuperación requerirá muchísimo esfuerzo.
Tal vez los apaciaguadores del Coloquio siguieron, como siempre, resguarnecidos detrás de poderosos escudos. Ellos creen que este gobierno no se ha ido, que todavía falta un año y que en estos doce o trece meses se pueden esperar infinidad de maldades desde el poder. Y muchos de ellos son directivos de las empresas, no dueños, y tienen que rendir cuenta a los accionistas sobre cada palabra o definición que lancen. Temen, mucho. Pero no sólo se cuidan . También notan endeble la posición de aquellos que han avanzado más que otros, como el caso del Foro de Convergencia Empresarial, que abandonó toda postura dilatoria y ha avanzado con firmeza en los reclamos.Creen que la postura del Foro es demasiada teórica.
El vaso de agua llegó al tope con la intervención en el estrado del constitucionalista Daniel Sabsay.
No habló : tiró bombas de profundidad y hete aquí que fue aplaudido de pie por la audiencia. No utilizó frases gratuitas o vacías, fue al grano. Sin embargo en los últimos días he escuchado algunas críticas a su exposición . Dicen que utilizó el mismo tono agresivo que folklóricamente utiliza el cristinismo. Creo que es una observación exagerada. O no lo terminaron de entender. Sabsay fue un emergente de un estado de ánimo colectivo. Un vocero del descontento.
En cuanto a la politización de los empresarios me permito recordar que gran cantidad de empresarios norteamericanos, habitantes de la cuna de las decisiones mundiales han firmado solicitadas muy adversas en su momento contra la guerra en Vietnam y repitieron lo mismo en la guerra en Irak.

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