El magnetismo de Nueva York

La fabulosa ciudad de Nueva York sigue atrayendo fuertemente a los turistas que llegan desde todo el mundo. Su nuevo alcalde, el controvertido progresista Bill de Blasio, sigue en esto las huellas marcadas por de su predecesor, Michael R. Bloomberg, gran promotor del turismo, como fuente de ingresos y generador de ocupación para los habitantes de Nueva York.

El año pasado, nada menos que unos 56,4 millones de turistas provenientes de los más diversos rincones del mundo visitaron la Gran Manzana. Unos dos millones de personas más que el año anterior, el 2013.

Los contingentes nacionales de visitantes a Nueva York son encabezados por los británicos, que llegan a la ciudad en masa; seguidos de los canadienses, que son de alguna manera parte del vecindario; y, créase o no, inmediatamente luego por los brasileños, que visitan Nueva York en olas continuas.

Todo el año es para los brasileños oportuno para conocer y gozar de Nueva York. Para comprar son apasionados, pero sin embargo tienen imagen de ser gasoleros. Llenan sus valijas de ropas y efectos personales. Afanosamente.

Tras ellos aparecen ya en el cuarto puesto los chinos, cuyo flujo de turistas está en constante aumento. Como sucede en todo el mundo.

El año pasado llegaron a Nueva York unos 740.000 visitantes chinos. Curiosamente, según señala Patrick McGeehan, del New York Times, los chinos son quienes cuantitativamente más visitan el Metropolitan Museum of Art. Absorben empeñosamente cultura entonces, visitando museos que no tienen en China. En lugar de salir de compras, que es una pasión (o una desesperación) muy latina.

Los chinos, sin embargo, suelen comprar cosas más caras que los brasileños, como son por ejemplo los relojes. Gastan más, pero viajan mayoritariamente en grupos, al menos todavía.

La ciudad de Nueva York contrata las campañas publicitarias para promocionar la ciudad como destino turístico (y atraer turistas) con una empresa llamada NYC & Co., que tiene de socios a los comerciantes de la ciudad, incluyendo fundamentalmente a los hoteles y restaurantes. La propia ciudad contribuye también al esfuerzo con unos u$s 12 millones anuales que se destinan a su presupuesto. El nuevo alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, acaba de hacer una contribución adicional de un millón de dólares para empujar sus programas y fortalecer esfuerzos publicitarios.

Esa contribución de la ciudad, es del orden de una tercera parte de los recursos totales de la empresa promotora.

El encarecimiento o revalorización del dólar puede, en más, tener un efecto adverso sobre las corrientes turísticas que se desplazan hacia Nueva York. Porque con ello todo se encarece en las monedas locales de los turistas extranjeros que sueñan con Nueva York, cuyos presupuestos de gastos, en dólares, enflaquecen consiguientemente.

Cuando uno ve la presencia de turistas extranjeros en la propia casa recuerdo aquello tan cierto de que quien nunca ha salido de se país está lleno de prejuicios. Más aún, los viajes son una fuente de tolerancia, al enseñar a comprender no sólo como viven los demás, sino muchas de sus tradiciones, esto es de los elementos que conforman sus identidades.

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