De Londres a Pekín, análisis del acuerdo con China

Días atrás, Argentina firmó con China un acuerdo macro que ya fue aprobado por el Senado y al que solo le falta la aprobación en Diputados, algo que seguramente sucederá en el día de hoy. Es oportuno analizar algunas de las características del acuerdo.

En primer lugar, permite la adjudicación directa de obras que tengan financiación china sin limitar monto alguno, con la condición subjetiva que la adjudicación se realice en condiciones ventajosas de calidad y precio (Art. 5). Estas condiciones modifican cualquier criterio de equidad hasta hoy existente quebrando la ley de obras públicas, dado que según la Constitución los tratados con otras Naciones aprobados por el Congreso tienen jerarquía superior a las leyes. Está claro que solo una licitación pública bien transparente y con adecuada difusión puede llegar a plantear condiciones ventajosas de precio.

En segundo término, los particulares y empresas chinas obtendrán un trato equivalente a los argentinos en nuestro país para la realización de actividades lucrativas (Art.6) permitiendo que las empresas chinas traigan profesionales, técnicos y obreros chinos, con un manejo muy diferente a las relaciones laborales que existen en Argentina.

Además, las controversias se resolverán por negociaciones directas y el convenio que conocemos no dice nada sobre el medio ambiente, ni sobre el cumplimiento de las normas ambientales.
Si bien el acuerdo aún no está vigente, veamos dos ejemplos: Las Presas sobre el Río Santa Cruz, y las formaciones de Ferrocarriles y subtes de origen chinos.

Presas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic
En este caso había una licitación que se adjudicó en el 2010 a un grupo de empresas conformado por Eurnekian, Pescarmona (IMPSA- único fabricante argentino de turbinas hidráulicas con sede en Mendoza) y la brasileña Camargo Correas que brindaba financiación del BNDES (Brasil) y cuyo costo era aproximadamente u$s 4.000 millones. El gobierno no quiso completar la contratación, insatisfecho por las condiciones financieras; y llamó nuevamente a licitación en el 2012. En este proceso dejó de lado la oferta del grupo Pescarmona, asociado con la principal empresa constructora brasileña, Odebrecht, indicando que no se presentó una financiación en firme; y adjudicó al grupo Electroingenieria s.a. - China Gezhouba ltd - Hidrocuyo s. a. por una suma de unos u$s 4.670 millones a la fecha, de cotización. Es decir que una asociación entre una empresa Argentina sin experiencia en Obras Hidroeléctricas con antecedentes discutibles en otras obras energéticas y una empresa China con cierta experiencia en el rubro (aunque no es de las más importantes) y un operador hidroeléctrico local, son los elegidos por un 17% más en dólares que lo que ofertaron en el 2010, grupos locales y regionales experimentados en el rubro. Se reemplaza con trabajo argentino de alta tecnología (tal como requiere la fabricación de turbinas hidráulicas) por la fabricación de turbinas en China. Si además agregamos el nuevo acuerdo, no dudamos que habrá en la obra muchos ingenieros, técnicos y operarios chinos en vez de argentinos.

 Ferrocarriles y subtes
El ministro Randazzo ha basado su gestión en comprar formaciones nuevas en China por más de u$s 1.200 millones, sin ningún tipo de licitación. Seguramente la operación más grande que se ha hecho sin licitación desde el regreso a la democracia. Se han comprado a más de
u$s 1.100.000 cada vagón para el Sarmiento y el Mitre (409 vagones en total). También se compraron 190 vagones y 24 locomotoras diesel para el F. San Martin y se entregarán vagones para el FC. Roca y Belgrano Sur y para las líneas interurbanas Bs.As. - Mar del Plata y Bs. As. - Rosario. La operación también incluyó accesorios de ayuda al frenado y hasta durmientes de hormigón importados.

Por otra parte también se pueden ver los vagones chinos del subte A en la ciudad, comprados por el gobierno nacional en su momento. Las compras requirieron luego adaptaciones de la red eléctrica del subte A por diferencias de voltaje; de las líneas Sarmiento y Mitre por diferencias de potencia; y hasta de modificación de estaciones por problemas de altura de los vagones como en el San Martín; es decir que los criterios técnicos que se aplicaron en estas compras directas son al menos muy discutibles.

Décadas atrás, fabricábamos locomotoras, vagones y formaciones de subte con tracción eléctrica en nuestro país. Imaginemos si en vez de estar 8 años sin hacer nada en Ferrocarriles y luego dedicarse a comprar trenes sin siquiera criterios técnicos adecuados; se hubiese aplicado desde 2003 una política de estado a los Ferrocarriles invirtiendo u$s 1200 millones en industria nacional ferroviaria. Hoy tendríamos una industria importante capaz de proveer vagones y locomotoras, no solo para la renovación total de nuestras líneas sino también podríamos exportar a otros países. En cambio ahora tenemos unos modernos trenes chinos, que requieren ingenieros y técnicos chinos para su mantenimiento, sin ninguna transferencia tecnológica y plantas fabriles y talleres abandonados.

Se anunciaron acuerdos que influirán no tanto ahora pero sí en los próximos años; construcción de dos centrales nucleares, proyectos eólicos, aeroespaciales, ferroviarios, hidroeléctricos, etc.; sin consenso con otras fuerzas políticas. Tampoco sabemos qué cláusulas reales tiene el convenio que implicó la cesión de 200 ha en Neuquén para una base espacial china. Al parecer, también habrá una adjudicación directa a empresarios chinos de la represa Portezuelo del Viento, cuyo proyecto se concretó durante mi gestión en Mendoza, habiendo firmado un compromiso con el presidente Néstor Kirchner por el cual la Nación se comprometía a financiarla, que hasta ahora no se cumplió.

¿También tendremos trabajo chino reemplazando trabajo argentino?
Parecería que el desarrollo de una industria y tecnología nacional quedó en el olvido; volvimos de golpe cien años atrás, antes que el Dr. Yrigoyen fuera presidente, exportaremos materias primas y recibiremos productos industriales y tecnológicos; solo que en vez de depender de Londres, lo haremos de Pekin.

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