El Gobernador seduce con la promesa de apagar el incendio

Los tiempos de la Argentina lo imponen. Y a Daniel Scioli, por orden de responsabilidad y circunstancia oficialista, le tocó ser el primero en dar examen ante el mas exigente de los auditorios. El Consejo de las Américas, en cuyo estrado se acomodó para anunciarle a un grupo de empresarios e inversores que el es una suerte de garante para que el puente hacia el 2015 se mantenga sólido y no se derrumbe víctima de la ineficacia y la soberbia que empapan muchas de las decisiones del kirchnerismo en estos tiempos de transición inevitable.


Está claro que Scioli no es un orador de los que impactan por su estilo. Monótono, repetitivo con sus ideas fuerza y todavía no demasiado conocido en el mundo de los principales tiburones financieros de Nueva York, el gobernador apostó a mostrarse confiable. Pidió 225.000 millones de dólares en inversiones para la próxima década, pero prometió un acuerdo entre YPF y Repsol en 45 días. Reclamó responsabilidad a los bancos e inversores estadounidenses, pero prometió que habrá acuerdos pronto con el Club de París y con los bonistas que aún no entraron al canje de la deuda argentina a los que nunca llamó fondos buitres en toda la jornada.


Hay que destacar una audacia entre tanta previsibilidad. Scioli llamó a dejar atrás las antinomias entre estatismo y neoliberalismo, justamente uno de los caballitos de batalla discursivos preferidos de la Presidenta y del ministro de Economía, Axel Kicillof, con quien el gobernador había hablado a la mañana. CEOS y gerentes de Coca Cola, Monsanto, Dow Chemical, Exxon, Chevron, Motorola, el financista David Martínez y algunos empresarios venidos de la Argentina lo escucharon con la expectativa de que sus inversiones puedan tener un panorama más auspicioso a partir de 2015.


El gobernador que quiere ser presidente tuvo dos comparaciones ayer. Una que lo desfavorecía. Por la mañana, le tocó escuchar a Lula exponiendo en el Consejo de las Américas, un encantador experto de los mercados que se mueve con habilidad mezclando dosis de ortodoxia con pinceladas de su pasado de izquierda e impronta gremialista con la que llegó al poder. Difícil competir con el brasileño para cualquier dirigente argentino.

Pero en auxilio de Scioli estaba Cristina que, casi a la misma hora de la riesgosa presentación neoyorquina, la emprendía una vez contra los empresarios y contra la prensa en un inflamado palabrerío emitido en cadena nacional desde la Casa Rosada. En este caso, el contraste consolidaba la imagen de un Scioli que se propone como el bombero presto a apagar cualquier llama que pueda avivar el incendio durante los sensibles 21 meses que restan hasta el recambio presidencial.


Con sus atributos y sus debilidades, Scioli aventajó a sus rivales al anticiparse y llegar a Nueva York para responder las dudas que crecen al ritmo de la crisis argentina. Pronto llegaran a estos mismos auditorios Sergio Massa, Julio Cobos, Ernesto Sanz, Hermes Binner y Mauricio Macri, adversarios en la carrera por conducir al país adolescente. Podrán hacerlo peor, igual o con mejores resultados que los obtenidos ayer por el Gobernador. Por ahora, Scioli arranca con la medalla discreta pero medalla al fin de haber llegado primero.

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