SIEMPRE SINTIÓ QUE NO ERA RECONOCIDO EN SU PA S Y POR ESO DECIDIÓ RESIDIR LA MITAD DE SU VIDA EN EUROPA

Emilio Pettoruti, uno de los máximos exponentes del arte vanguardista del país

El maestro platense es uno de los 10 artistas fundamentales del arte local. Sus obras se cotizaron hasta en u$s 790.000 y son el objeto de deseo de la mayoría de los coleccionistas

Junto con Curatella Manes y Gómez Cornet, Emilio Pettoruti refleja la llegada de la vanguardia al arte de los argentinos en la década del 20. Había nacido en La Plata en 1894, estudió pintura y se dedicó a dibujar caricaturas. Con 20 años viajó a Florencia donde frecuentó a Cesáreo Bernaldo de Quirós y al recién nacido grupo futurista que encabezaba el mediático Marinetti.
Algunas de sus obras en blanco y negro muestran la influencia de este grupo donde descollaban Boccioni y Balla. En Roma, conoció a Alejandro Xul Solar y junto a él pasa otros ocho años en Europa. Pese a tener la posibilidad de un contrato con el marchand de Picasso, quien era Rosenberg, vuelve a la Argentina donde no es reconocido y con una exposición que generaron como escandalosa, el grupo Martín Fierro y otros diletantes amigos, hace su regreso.
Durante 30 años trabaja y es director del Museo de Bellas Artes de La Plata. En las décadas del 30 y del 40, realiza sus mayores y más bellas pinturas destacándose sus Arlequines y su serie de Copas y de Soles. Luego durante 20 años se radica en París, donde fallece en 1971. Su voluntad era que sus cenizas fueran esparcidas en el Río de La Plata y así se hizo.
Influenciado por el cubista Juan Gris, a quien conoce en 1924, su obra puede ser encuadrada en el Neocubismo. A diferencia del maestro español, el color es un fuerte ingrediente de sus obras. En sus comienzos también fue un gran paisajista y sus obras realizadas en Munich, con el Lago Tegernsee como motivo, son su mejor expresión. También realizó bocetos de vitraux y de mosaicos en su estadía en Florencia. Su mayor obra en mi opinión es el Quinteto, obra que expuso en el Museo de San Francisco en 1941 y que quedará en la colección del Museo, que lo puso a la venta en 1982 y fue adquirido por un coleccionista argentino en u$s 209.000 (u$s 517.000 actuales), que sin duda hoy tiene un valor incalculable.
Su otra obra capital es El Improvisador que podemos ver junto al Hombre de la Flor Amarilla en el primer piso del maravilloso Museo Nacional de Bellas Artes. Otros dos arlequines podemos disfrutarlos en la Colección Fortabat de Puerto Madero.
Hace décadas que la Fundación Pettoruti se ocupa de catalogar y certificar las obras realizadas por el maestro platense. También en el Malba podemos ver algunas de sus grandes obras entre ellas La Canción del Pueblo que hace dos décadas fue subastada e intensamente pujada en la Casa Saráchaga y vendida en u$s 324.000 (u$s 535.000 de hoy). También en 1998 salió a la venta otro arlequín de cuerpo entero titulado El Morocho Maula, que fue vendido en u$s 500.000 y luego revendido en el doble. La mayoría de sus mejores obras se han vendido en Nueva York y su mayor valor ha sido u$s 790.000 por una estupenda obra de su serie Soles. Desgraciadamente, el artista sintió que no era reconocido en su país y es por ello que vivió casi la mitad de su vida en Europa. Cuando contaba 72 años, escribió su autobiografía titulada El pintor frente al espejo", que es una obra insoslayable de nuestro arte, repleta de información y con amena prosa.
También en esa época realizó ocho litografías con una tirada de 125 ejemplares que reflejan sus obras predilectas y de distintos periodos. Es sin duda uno de los diez artistas fundamentales de nuestro arte y también el objeto de deseo de la mayoría de los inteligentes coleccionistas.
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